La presentación de esta obra coincide con el aniversario de Teatro Imagen, la compañía fundada por Meza, que ha dejado una profunda huella en el teatro chileno. Este aniversario representa para él una reflexión sobre cinco décadas de creaciones, que han llevado al público montajes inolvidables e introducidos en la escena a dramaturgos y actores que hoy son referentes nacionales. Además, el compromiso de Meza con la formación de nuevas generaciones a través de su escuela de teatro ha sido fundamental, brindando a la industria audiovisual y teatral del país una cantera de artistas que han nutrido la televisión, el cine y el teatro con su sello personal.

Con esta puesta en escena, Meza, quien ha marcado la historia del teatro nacional como director, docente y defensor de los derechos de autor, revive una obra que, desde su estreno inicial en los años 90, ha cautivado al público con su retrato de la vida en las salitreras del norte chileno.

La obra, con su exploración de la decadencia y la resiliencia en tiempos de pobreza y abandono, mantiene una vigencia conmovedora, conectando al espectador con una realidad que sigue latente en Chile. Para Meza, este contexto resuena profundamente en la dignidad y el humor con los que estos personajes enfrentan la adversidad, un reflejo del carácter nacional que se reafirma.

Un aspecto distintivo de esta versión es la continuidad del elenco original, quienes, en palabras de Meza, han madurado tanto personal como artísticamente, aportando una profundidad inigualable a sus personajes. «Estos actores ya tienen la edad de sus personajes, y eso es algo muy bonito de comprobar desde la dirección», comenta, resaltando el arraigo y la evolución de los intérpretes a través de los años. La complicidad escénica y el lenguaje compartido han enriquecido la puesta en escena, brindándole una solidez que solo se alcanza con el tiempo.

Desde los inicios de esta obra, cuando él y la actriz Elsa Poblete hicieron un recorrido por el norte leyendo el texto, Meza sintió la conexión y la responsabilidad de llevar al teatro la riqueza de los personajes creados por Rivera Letelier. Conmovido por las historias de cada uno, se propuso trasladar al escenario la diversidad humana que caracteriza a la novela. La colaboración de Rivera Letelier, quien al presenciar el montaje se emocionó al ver a sus personajes cobrar vida, refuerza el valor del trabajo de adaptación.

La defensa de los derechos de autor es otro pilar en la carrera de Gustavo Meza. Siendo presidente de la Unión Nacional de Artistas (UNA), fue un precursor en la estructuración y organización de la protección de los derechos de dramaturgos en Chile. Su labor junto a Santiago Schuster dio origen a ATN, que hoy, bajo la dirección de César Cuadra, ha logrado un reconocimiento internacional como una de las entidades más destacadas en la defensa de los derechos de autor. La implementación de la Ley Ricardo Larraín y los vínculos establecidos con otras sociedades de derechos alrededor del mundo han sido logros sobresalientes de su gestión.

A lo largo de su carrera, Meza ha insistido en la importancia de la educación y la conciencia sobre los derechos de los creadores. Con más de 40 años de enseñanza en su escuela de teatro, ha transmitido a sus estudiantes el valor del respeto por los derechos de los autores, convencidos de que sin ellos no hay creación teatral ni audiovisual. Su trabajo es una invitación a que las nuevas generaciones de artistas comprendan que detrás de cada obra existe un autor o un colectivo autoral, fundamental para la continuidad y riqueza de la cultura.

Así, Gustavo Meza se consolida no solo como un maestro en las artes escénicas, sino como un defensor incansable de los derechos de los creadores, dejando un legado invaluable para el presente y el futuro del teatro chileno. Su legado va más allá de las tablas: ha construido un modelo de gestión que asegura el respeto y la remuneración justa de quienes dedican su vida a crear historias y personajes que conectan con la identidad chilena. Con cada obra, Meza ha demostrado que el arte puede ser un vehículo de cambio social. Su labor no solo ha enriquecido la cultura teatral de Chile, sino que también ha consolidado un sistema de derechos de autor que vela por el reconocimiento y la protección de los creadores. Esta visión ha sido compartida y desarrollada por ATN, que hoy se presenta como un modelo en Latinoamérica, asegurando que la voz de los autores y dramaturgos chilenos se escuche y valore en el ámbito nacional e internacional.

En el escenario y fuera de él, Meza continúa siendo una figura inspiradora para los artistas de todas las generaciones. Su compromiso con la independencia y la autonomía en la creación ha permitido a muchos jóvenes creadores encontrar en el teatro no solo una profesión, sino una causa que vale la pena defender. Este respeto por el arte y sus derechos es el núcleo de su enseñanza.

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